Periodismo Cultural

La contundencia de lo etéreo 

Reseña by Eva Braum sobre la obra teatral A Por La Tercera, del escritor Guillermo Omar Dieguez

Cada día la libertad de los textos no deja de sorprenderme, cada nueva historia reafirma en mi imaginario que los escritores solo somos un canal, para que las musas se plasmen en el papel y otros puedan llegar a consumirlas. Utilizo este término “consumo” porque creo que es el más apropiado en la época en la que escribo.  

Y en este momento ¿seré yo quien produce este texto o simplemente estoy siendo canal para acomodar y ordenar las palabras que flotan en el aire y pretenden ser materializadas? 

La hoja en blanco, cubriéndose de pequeñas líneas negras, que dan paso a letras, las que unidas forman palabras, oraciones, párrafos y nos encuentran asincrónicamente. Si, querido lector, nos estamos encontrando a través del tiempo y no sabremos cuando, donde y bajo que circunstancias, pero hay una posibilidad de que nos encontremos.  

Como yo me encontré con esta historia, o ella me encontró a mí. Es difícil determinar si uno encuentra el texto o este lo encuentra a uno. Que más pertinente hablar de encuentros, de desencuentros, de historias en el aire que frente a esta obra dramaturga: “A por la tercera” del escritor Guillermo Omar Diéguez.  

En esta oportunidad, siento que si relaciono en su conjunto la forma en que llegó a mí la lectura y su contenido, la mejor palabra que lo define es: etéreo. Considero, que el acto de lectura no solo está dado por aplicar el verbo: leer, sino por todas las acciones previas y posteriores que se generan. Leer solo es el nudo de la historia. Antes tendremos la precuela y después el epílogo. Siendo la precuela, la forma en la que llega a nosotros la lectura y el epílogo eso que nos deja para articular con el futuro.  

Esta cualidad que le otorgo al reseñar el texto (y su contexto) se debe a que en primer lugar llegó a mis manos, o nunca llegó ellas en verdad, ya que lo recibí vía digital en formato e-book. Hoy el paradigma literario cambió, las palabras flotan, el escritor las materializa, pero pronto esa materialidad queda suspendida en el aire, se transportan por la fibra óptica, atraviesan desiertos, océanos, fronteras y llegan en cuestión de segundos a un nuevo lector.  

Una vez, que este texto se desplazó por el tiempo, el espacio e ingresó en mi laptop, podemos decir que se materializó, pero en verdad siguió siendo parte del aire, sin contar con peso específico, sin poder conectar con el tacto. Y como se dice en la calle, cuando un sentido falta, los demás se ponen alerta para suplir esta falencia.  

Es así, como llegamos al nudo de la historia, a aquello que nos convoca en este blog, la reseña le dirán algunos. Y lamento decepcionarlos, pero no voy a hacer una minuciosa reseña dado que creo que es una obra que precisa ser pasada por el cuerpo, que necesita de cada lector para ser puesta en escena.  

Aunque sí, quiero compartirles algunos puntos que a mi parecer hacen que el texto en cuestión sea considerado por usted, amable lector, en próximas lecturas. 

Retomando, el concepto de etéreo, lo interesante de esta obra es el género seleccionado, en primer momento me pregunté porque el autor había elegido el formato dramatúrgico y al avanzar con la lectura comprendí que era el mejor atuendo que esta historia podría lucir. Voy a confesar que lo pensé como cuento largo, también intenté vestirlo de novela, pese a que sí, había posibilidades de vestir esos modelos, el de la dramaturgia es el más adecuado y en el que se luce mejor.  

En el texto en general, hay un buen uso de los silencios, la ambientación y la definición de los personajes es precisa y concisa. La austeridad de la historia y su contundencia van de la mano con la construcción literaria. Este equilibrio entre lo que se dice y como se dice, colabora con el lector poco acostumbrado a abordar esta clase de literatura.  

Asimismo, cabe destacar que, si bien hace foco en la temática de la Guerra Civil Española, es factible que esta historia se de en otros lugares del mundo, frente a otros conflictos bélicos, dado que el autor focaliza en el lado b de la historia, en lo que les sucede a los hombres, sus sentimientos y pesares, retirándose del relato oficial.  

Otro punto interesante, y regresando un poco a este concepto de las conexiones, es el modo en que se materializa la historia, el autor en las primeras líneas hace hablar a sus personajes, comenzamos a conocerlos y la irrupción de la radio, medio de comunicación mágico, donde alguien nos habla, sentimos su voz rozar nuestro oído, es la que nos da la noticia, la clave para que la historia comience a materializarse. El mensaje de la radio levanta el telón, prende las luces y nos invita a ese mundo sutil de la lectura donde no sabemos si estamos aquí o allá, si somos espectadores o protagonistas.  

Y la frase utilizada, para dar comienzo es muy sugerente: “españoles, Franco, ha muerto …” como no leer esta frase y no pensar en Nietzsche y su “Dios, ha muerto”. Creo que solo con esta referencia es suficiente, para explicar la clave filosófica sobre la que se apoyará la historia. Las reflexiones de los personajes, las nuevas decisiones que tomarán frente al nuevo contexto planteado, las culpas y añoranzas que saldrán a flote. Todo en un cuarto, de una residencia de ancianos, con la carga de los años sobre sus pies.  

En la finitud de esta vida, todo lo que comienza debe terminar y así ocurre con esta obra, sin embargo, ese fin no es en absoluto la culminación total, el acto final es sin duda un nuevo comienzo. Es donde el autor coloca el punto final, pero el lector ubicará una nueva mayúscula y enlazará esta historia con sus propios pensamientos y vivencias, dejando latente y en el éter de su recuerdo esta experiencia sensorial.  

Periodismo Cultural

Había una vez…

Reseña by Eva Braum

Comienzo esta reseña pidiendo disculpas, porque ya sé desde la primera mayúscula qué voy a abusar de las frases hechas para componer este texto. Y así comienzo por qué como se dice por allí o por allá: quien avisa no traiciona.

Lo más interesante de todo este asunto es que basándonos en los dichos populares: Lo bueno y breve dos veces bueno. Así que debo ser concisa para contarles sobre este libro que llegó a mis manos hace unas semanas y decidí compartir con ustedes. Su nombre: Había una vez… haikus de la escritora Marilyn Zumbo.

Diminuto física y verbalmente, gigante abstractamente, este ejemplar es un pequeño gran tesoro. En pocas páginas, la autora busca conectar a los pequeños lectores, con una técnica de escritura japonesa, en la que poco es un montón. Aprecio la valentía de la autora, que no subestimó a su público y buscó darles una propuesta diferente y sin prejuicios.

Considero que el pequeño lector solo se convierte en gran lector entrenando. La lectura es como un deporte, requiere de práctica. Y qué mejor, que a temprana edad se les proporcionen nuevas propuestas. No importa entender la poesía, el haiku, la literatura en sí, lo apropiado es primero pasarla por el cuerpo, descubrir cómo se siente y luego vemos si hay lugar para razonarla.

El pintor Pablo Picasso decía: Aprender a pintar como un niño me llevó toda la vida. Asimilemos ese concepto y facilitemos a los pequeños lectores todo tipo de nuevas experiencias. No tengamos miedo a proporcionarles abstracción y pensemos que les cuesta discernir. Es vital crear algunos espacios en los que les permitamos sentir y disfrutar de la lectura, sin preguntarles que comprendieron.

Demos lugar a percibir ese conjunto de vibraciones que nos retumban en el cuerpo cuando oímos las palabras: Había una vez… Y en esta oportunidad hay haikus de la escritora Marilyn Zumbo.

Poesía

Un puente entre el escritor y el lector

Recomendación del libro:Los puentes de Uquía de Maria Fernanda Rossi By Eva Braum

No conozco Uquía, pero ya entró en mi lista de lugares por conocer.

Los lectores compramos un pasaje de ida, cada vez que un libro esta entre nuestras manos y su portada se abre. El viaje tiene comienzo, pero no fin. Muchos dirán que la contra tapa es la culminación del trayecto, pero les aseguro que no. Si bien, la intranquilidad de dar vuelta la última página, encontrarnos con lo que parece ser el final de la historia y la angustia de este proceso es verosímil, no por ello es cien por ciento real.

A lo largo del trayecto, el escritor no solo nos contó una historia o nos envolvió en la lirica de sus palaras, sino que nos abrió la puerta a sus mundos, a sus lecturas y experiencias.

Es por esto, que ese libro que tengamos entre las manos, será el eslabón anterior a uno que vendrá en la cadena de vivencias. Esos eslabones, podrán ser nuevos libros, viajes, búsqueda de información sobre un tema en particular y millones de etc. Lo verdadero, es que esa historia mueve la curiosidad que hay dentro nuestro y la pone activa. La curiosidad es un músculo, cuanto más lo entrenemos, mejor se desempeñará.

Lo más destacable de esta novela clasificada como Literatura Juvenil, al menos para mí, es que en ningún momento subestima a su lector. Es habitual, que los textos infanto juveniles sean un poco descuidados con las secuencias, temas y sobre todo abordaje de los eventos. En este libro eso no sucede, al lector se lo trata como tal, con respeto y sin importar su grupo etario.

Al ser una novela costumbrista, es interesante el esfuerzo que realiza la escritora para contar las tradiciones y manejos del pueblo sin caer en un discurso aburrido. Cada personaje, es el encargado de acompañarnos a descubrir las formas y costumbres de los habitantes de ese tiempo y espacio.

Asimismo, son destacables los contrapunto entre el bien y el mal, lo sagrado y lo profano. Lo real y lo ilusorio, lo tangible y lo etéreo. Cada mayúscula, da lugar a una nueva oración que nos acompaña en el juego del soñar, de abandonar este mundo y disfrutar de uno diferente. El cual no esta lejos, solo que se puede ver con los ojos del corazón.

Los puentes de Uquía, nos da esperanza de que la magia en este mundo no se perdió, solo esta escondida, disponible para aquellos que deseen verla y disfrutarla. El texto nos invita a conocer la historia de un pueblo, su esencia y comprender sus hábitos.

También nos invita a reflexionar sobre la pertenencia, las relaciones familiares y con aquellos que adoptamos como familia, nos recuerda que los antepasados no son trastos viejos y pesados que cargamos, sino quienes nos acompañaran con su experiencias y advertencias. Maria Fernanda, nos habla de la vida, la muerte, el bien y el mal. Nos habla a todos los niños de corazón, que aun no resolvimos estas dudas, que no podemos racionalizar los sentimientos y sabemos que podemos poner: color, olor, textura, sonido y sabor, a la tristeza, a la felicidad, pero nos es imposible explicarlas con palabras de diccionario y racionales.

Y así fue como Los puentes de Uquía de la escritora María Fernanda Rossi, tendió entre su curiosidad y la mía un gran puente, que en primer lugar dejó un deseo enorme de conocer la ciudad donde transcurre la novela, quizás descubrir y conectar con alguno de los arcángeles y porque no, tal vez, escuchar el sonido de la quena de algún Felipe.

Les propongo, que se atrevan a abrir la portada de este libro y encuentren los puentes que ustedes pueden crear.

María Fernanda Rossi, escritora oriunda de la provincia de Salta, República Argentina. Podes encontrarla en IG como @pluma.viajera

Periodismo Cultural

El límite entre la ficción y la verdad: Cartabón un libro de Nidia Méndez Correa

By Eva Braum

Una vez me preguntaron si todas las historias que relataba en mis cuentos eran reales, si las había vivido. Recuerdo que respondí con un poco de humor: “¡Nooo! sería imposible. ¿Cuántos años debería tener”? El humor muchas veces nos ayuda a irnos de los lugares complicados.

Sin embargo, esa pregunta no se fue de mi cabeza. Releí muchos de mis cuentos, ya no con una visión de corrección como en forma habitual leemos los escritores nuestros textos, sino con ojos de lectora. Si, querido lector, hay ojos de lector y ojos de escritor, pero eso lo debatimos en algún otro artículo, continuemos.

Luego de leer mis textos, encontré en cada uno de ellos a las diferentes historias cotidianas que me habían inspirado, recordé las anécdotas, el momento en que se me había ocurrido el cuento, pero hubo (sigue habiendo) una frontera de la cual no pude descubrir todos sus límites: la verdad y la ficción.

Hace unos meses ya, la escritora Nidia Méndez Correa me obsequió un ejemplar de su autoría: Cartabón. Al recorrer sus páginas me acordé mucho de la pregunta que me habían realizado, de la respuesta brindada y por, sobre todo, de esa sensación que tenemos los lectores, caminando por la cuerda cual equilibrista sin saber donde la ficción o la verdad comienzan o terminan.

Cuando uno puede leer un texto, sumergirse en el y no detectar donde termina el mar y donde comienza el cielo, es porque el escritor logró abrazarnos tan fuerte con la historia que nada más importa. El pacto fue firmado y la realidad construida contiene veracidad.

En cada uno de los relatos, Nidia nos permite no solo el placer de la lectura, sino también nos deja vivenciar las escenas. No escatima en detalles, tampoco los exagera. Apela a los cinco sentidos, utiliza la lírica, pero no se pierde en ella.

Cartabón es un compendio de cuentos, con un hilo conductor primario que corresponde a los hechos cotidianos y simples, aunque cada cual tiene su propia impronta, eso que los hace únicos.

Cabe destacar el colorado elegido para las tapas en contraposición al negro de la tipografía y de la imagen: una huella digital que ocupa gran parte de la portada. Todos estos elementos, nos dan vestigio de lo que luego encontraremos. Cada relato nos dejará secuelas, porque en cada uno de ellos logramos dar con la identidad de los protagonistas. En pocos y cortos trazos, la escritora, los pinta de pie a cabeza, lo que nos permite que nos resulten familiares, cercanos, veraces.

En resumen, es un libro ameno, para leer de un tirón o llevar en la mochila y desenchufarse de la realidad por escasos minutos. Entrar en transe, ser espectador en tres dimensiones de un cuento y regresar a la realidad, muchas veces con un nudo en la panza, pero una reflexión en el corazón.

La desconexión que propone esta escritora es directamente proporcional con la conexión con nuestro yo simple, ese que está atento al sufrimiento ajeno y tiene el abrazo dispuesto.

Poesía

SENTIMENTAL

Sin orillas
el rio circunda
el desvelo
de la ciudad vacía.
Desconfió de las estrellas,
me acerco a la ventana
un fantasma silencioso
me sirve,
el amargo café
de la madrugada.
Disimulo las lagrimas
en la lectura
de un poema virgen,
autor desconocido.
Mezclo letras
en los sueños,
frio a la distancia
ya no te busco
te he perdido,
soy irremediable
un sentimental.
Cristina Pereda

Narrativa

Lucia

Soy Lucía estoy sentada fuera de la oficina de la dirección. Mamá y papá están dentro. Escucho decir:

-No se preocupen, a esta edad muchos niños dicen lo mismo.

Pronto salen y nos vamos a casa. Allí me espera Benja, le cuento lo sucedido mientras tomamos la leche. Llega la abuela, casi se sienta sobre él y lo aplasta. Le hago lugar en mi silla, seguimos merendando. Nunca entiendo por qué la abuela insiste en quitarle todas las tardes
su lugar, como si no lo viera.


Los días pasan, juntos somos felices y disfrutamos mucho. Insisto en que me acompañe al jardín, a él no le gusta la idea, prefiere esperarme en casa.
El lunes, Benja me abrazó y me dijo que se iba, pero regresaría pronto.

Hoy cumplo seis, llegó tío Andrés. Me llenó de abrazos como siempre y me preguntó por Benja.

-Prometió regresar pronto – le comenté

-Vamos a saludar a la tía – acotó mientras me subía a sus hombros.

Llegamos al comedor, ahí estaban todos. Abracé la panza de tía Carolina y le dije bajito al oído:

-¡Benja, volviste!

El silencio se impuso, miré de reojo. Las mandíbulas se quedaron abiertas, mamá dejó caer la copa de sus manos.


Este cuento es parte del libro «Mujeres de la A la Z» escrito por Eva Braum. Además, ha recibido una mención de honor en el certamen de cuento y poesía de Editorial Mis Escritos en 2021.

Infantil & Juvenil

MATILDA

Entre bosques y pantanos

una noche de verano

se derrumba.

Calor agobiante

un largo camino

oscuridad profunda.

Una luz intermitente

alumbra la huella,

es la luciérnaga

encantadora hechicera,

en su prende y apaga

descalza hace volteretas.

La pendiente

devuelve el arroyo,

con su arboleda

encendida

los bichitos de luz

esperaban a Matilda.

                Cristina Pereda-Crys-

Periodismo Cultural

Robando al ladrón

Recomendación literaria de los libros: Historias robadas e Historias cotidianas, de la escritora salteña Cecilia Barba por Eva Braum

Sigo disfrutando de la literatura salteña contemporánea, ya hace varias reseñas estoy enfocada en recomendaciones del norte, porque cada libro que tomo a leer, de los que me traje de esos pagos, me sorprenden, me interpelan y necesito compartirlo.

En esta oportunidad, pasó algo más de un mes de mi última nota, por lo cual como multa no solo les traigo una sino dos recomendaciones literarias.

Tal como comentaba, en mi paso por Campo Santo, Provincia de Salta, me hice de una basta cantidad de libros de escritores de la zona, entre ellos estos dos que traigo hoy para compartir, los cuales me fueron gentilmente regalados por su autora: la escritora Cecilia Barba. Sus títulos: “Historias robadas” e “Historias cotidianas”

Ambos textos reposaron en mi pila de pendientes por leer unos cuantos meses, pero cuando llegó el momento no los pude abandonar.  Era pura gula literaria, necesitaba uno y uno más de sus cuentos y cuando me quise dar cuenta la contratapa puso fin a la lectura.

Lo atrapante de los textos de Cecilia, es la cotidianeidad con la que aborda las historias. ¿A quién de nosotros no le pasó escuchar una conversación ajena en el colectivo, en la mesa de al lado del café del bar? O ¿a quién una vecina no le contó una historia ajena? solo a modo de descargo.  Y, además, quién de nosotros no escuchó una historia y se dijo:  esto es para una novela

A Cecilia seguro le ocurrió más de una vez, y lo hizo. Convirtió esos diminutos acontecimientos en narraciones. A lo largo de sus libros ella nos narra historias reales robadas como las denominó, a las cuales las acompaña con un dejo de imaginación. En consecuencia, sus construcciones literarias y su pizca de humor apropiado generan la armonía adecuada para otorgarle al lector un espacio conocido y fácil de abordar.

 Muchas veces me sonrojo cuando alguien cercano me dice respecto un cuento mío: yo sé de quien hablas. En todo lector, hay una necesidad imperiosa de creer que alguien en este mundo vivenció la historia relatada. Siempre hay algo de real dando lugar a la próxima oración en el texto del escritor, pero también es real que los escritores llevamos a esa historia, a ese personaje, hasta los confines más lejanos de nuestra imaginación. Así, algo que contado a la ligera era una anécdota, con el agregado de algunos condimentos termina siendo una gran historia.

En esta oportunidad, la escritora (Cecilia) nos confiesa un hurto, hasta se jacta sin vergüenza de haberlo cometido y nos genera intriga, deseo de chismosear en vida ajena, de observar por la mirilla de la cerradura del vecino y saber lo ocurrido puertas adentro. Todo esto con el solo fin de encontrar al ser humano sensible, sufriente o feliz quien vive una vida de la mejor manera que puede.

Si bien lo lúdico, el espíritu de curiosear, lo banal del rumor, de la historia impropia, parece ser el leitmotiv de esta obra, solo considero eso como el gancho prometedor y de marketing. En el fondo, los dos libros invitan a reflexionar, a empatizar con el otro, a caminar con la piedrita en el zapato del pie sin perder la sonrisa.

 Estas historias nos dejan ver detrás de ese vecino cascarrabias, la compañera de trabajo con rodete apretado o el jefe intolerante a la llegada tarde: un humano, al cual la vida diaria lo influye. En forma habitual, juzgamos los comportamientos de quienes (poco) conocemos por ese recorte de su vida, mientras que en bambalinas hay un montón de situaciones y factores que quizás jamás terminemos de descubrir.

En estos libros, encuentro la posibilidad de conocer el lado b de los personajes y de ese modo construir una explicación a su forma de comportarse o mostrarse frente a la vida. Si bien, la palabra fluida y sencilla nos propone un recorrido ágil por las historias, también nos ayuda a encontrarnos con la tolerancia y aceptación del otro. Al cerrar cada historia, nos queda ese dejo de compasión sana, esa afirmación individual: “Ah, lo hiciste por este motivo. “, siendo este ejercicio de gran ayuda para ponerlo en práctica en la vida cotidiana.

En resumen, al principio nos encontramos con dos obras que vistas desde lejos parecen solo compendios de relatos arrebatados en forma aleatoria. Sin embargo, cuando acercamos la lupa descubrimos que nos hicieron el cuento del tío y nos abrieron las puertas de la reflexión.

Al leer las historias, muchas nos resultarán familiares, similares a algunas vividas o conocidas; otras nos las apropiaremos, las llevaremos con nosotros por un tiempo o por toda la vida. Todo esto me lleva a recordar un dicho popular: “Quien roba al ladrón, cien años de perdón” y en esta oportunidad es como si le robáramos al escritor, quien ya las robó, por lo cual queridos lectores a leer sin reparo estas “historias Robadas”, ya que avalados en el saber popular estaremos perdonados.

Cecilia Barba Nacida en Salta capital el 11 de abril de 1973. Empresaria, Escritora, Autora. La escritora forma parte del Movimiento Poético Mundial, filial Salta. Integra además el Movimiento Poético » Con Voz de Mujer» dedicado, entre otras actividades culturales, a la creación de Bibliotecas de Autores Salteños.

Periodismo Cultural

Unas palabras para » Mujeres de la A a la Z» de Eva Braum

Por Alejandro Emilio Ramírez Ravelo.

1

Conocí a la joven escritora argentina Eva Braum de la manera en que la mayoría de las personas que viven en países diferentes se conocen hoy: a través de las redes sociales que coexisten en Internet… No recuerdo bien cómo se produjo ese encuentro: debo haberle dado un montón de «likes» para que se fijara en mí y siendo ella tan atenta y con esa mentalidad — inculcada por su madre, la periodista, promotora cultural y escritora, Cristina Pereda— educada en favorecer y fomentar la cultura —virtud que trato de imitar—, pronto nos hicimos amigos.

Ya pueden imaginar lo que ocurrió después… Una colaboración mía para su magnífico blog «EvaLuArte Escritos», donde Eva me recibió con un cariño inesperado, seguimientos mutuos en las redes… Ustedes saben de esos menesteres: Perfiles de Facebook o Instagram que avisan de las publicaciones, los eventos, las presentaciones… Y un buen día me sorprende una inusual —por original y elegante— portada de un libro (luego me enteré que el diseño pertenece a Federico N. Braum, hermano de la escritora): Su título: «Mujeres de la A a la Z».

Bueno, me dije, seguramente es otro libro «feminista» de esos que pululan con mayor o menor ventura por medio mundo. Sin embargo, poco después, en las acciones promocionales del libro, su autora adelantaba frases de algunos de los relatos que lo integraban y pude comprender que no existía voluntad de manifiesto feminista… Al menos en la forma que estamos acostumbrados.

Hace unos días me atreví a pedirle a Eva una copia de su libro y ella, incapaz de negar nada relacionado con temas culturales a su amigo cubano, solícitamente me lo envió. Lo que leerán a continuación —si me hacen el honor— más que una reseña literaria, es la impresión de un lector no argentino de un libro de relatos escrito por una joven escritora porteña.

2

Desde que, en el lejano año de 1879, Nora Helmer —de la mano de Ibsen en «Casa de Muñecas»— provocó el portazo más famoso de la historia del teatro dramático y de la literatura, muchas cosas han acontecido. Ocurrió, por ejemplo, una Revolución Feminista y también —cómo no— una reacción machista.

Ya veo que algún lector perspicaz deseará, seguramente con argumentos válidos, contradecir la afirmación anterior e intentaría recordarme a las mujeres que se sumaron a la Revolución Francesa, al Movimiento por la Templanza y al Movimiento Abolicionista… Me señalará, sin dudas, la Convención de 1848 en Seneca Falls, mencionará a Mary Wollstonecraft — «Vindicación de los derechos de la mujer»— y a otras mujeres precursoras… Pero situado en – el ámbito literario —que ahora mismo es el que me interesa— fue Ibsen el que revolvió el aparentemente tranquilo y bucólico jardín.

En la actualidad aún somos testigos o protagonistas de esa disputa: comparable en perdurabilidad y profundidad a la provocada por las opciones de los sistemas sociales.

Mucho del conflicto de la relación entre los sexos se dirime en el arte y específicamente en la literatura adquiere inusual protagonismo. En la cultura occidental —y es a partir de esa cultura donde indagaremos un poco, aunque ya sabemos que los alcances de la globalización también afectan a los sujetos sociales de todas las culturas— pareciera que la conciencia y los códigos morales del feminismo se han impuesto definitivamente. No es verdad, o es una verdad a medias: de la puerta hacia afuera… Hacia el interior de nuestras casas, es decir, hacia la profundidad de nuestras sociedades —allí donde se precisan determinados tipos de ‘acualung’ que nos revelen a través de la investigación sociológica lo que en verdad ocurre—, la disputa entre ambos códigos morales está lejos de resolverse.

Y esa realidad y no otra cosa es lo que nos muestra el libro «Mujeres de la A a la Z» de Eva Braum. Pero —¡cuidado! —, no esperen en estos relatos un manifiesto feminista… No, la autora es lo suficientemente inteligente para no dejarse llevar por sus impulsos —¡Y sí que los posee! — redentores hacia su sexo y nos conduce amorosamente de la mano hacia la trampa que nos ha preparado y en la que el lector se deja atrapar sin resistencia… ¿Cuál es el género de la telaraña de Eva Braum? Del que pocos lectores escapan o rehúyen —y al que casi todos los narradores suelen apelar con mayor o menor acierto—: el suspense.

Sí, amigo lector, los códigos feministas que a la larga son los que le interesan a la autora clavarnos en nuestro cerebro están presentes de soslayo, casi imperceptibles, tangencialmente… Disfrazados bajo la apariencia de relatos de suspense ligero. Y muchos coincidirán conmigo en que es una forma extraordinaria de promover códigos tan complicados y así alejarlos del manifiesto provocador y contendiente.

3

Estamos hablando de veintiséis relatos donde cada letra del alfabeto inicia el nombre de una mujer —o de una niña— que da el título, y casi siempre protagonismo al personaje, de cada cuento del libro. Aunque los textos pueden enmarcarse, unos más que otros, en lo que hoy se ha dado en llamar «microrrelatos» o «cuento corto»—clasificación válida para establecer un límite en un certamen literario, pero nunca en el ámbito artístico de la literatura—: siguen siendo veintiséis y debe haber requerido de un importante esfuerzo intelectual de la autora.

No vamos a detenernos en las técnicas narrativas empleadas para resolver cada relato. Tales especificidades raras veces le interesan al lector —que sólo viene a disfrutar del placer estético y no cómo se llegó al mismo—, a no ser que ese lector sea crítico literario, escritor o aprendiz de escritor y pretenda aprehender ciertos elementos en función de sus intereses… Pero estas impresiones que comparto con ustedes no profundizarán en esos detalles porque no es mi objetivo. Será suficiente acotar que dieciséis relatos emplean la tercera persona y el resto la primera persona: se experimenta en varias modalidades de los puntos de vista del narrador dentro de esas dos vertientes principales de los esquemas narrativos. Se evidencia el estudio y aprendizaje de la autora de estas importantes cuestiones del arte de la escritura… Este libro constituye para ella —no dudarlo— un valioso ensayo, que le permitirá acomodar su estilo en futuras entregas para beneplácito del gusto estético de sus lectores.

Desearía comentar algunos de estos relatos entre los que encuentro verdaderos aciertos… Pero me refreno porque estamos comentando un libro que está promocionándose ahora mismo y ya mencioné que apela al suspense como hilo conductor de sus tramas y referirme a ellas sería una indiscreción imperdonable para los posibles lectores.

Pero Eva no permitirá que su amigo evada el cuerpo y no asuma ciertos riesgos en lo que vengo diciendo, así que les informo a quienes no han adquirido el libro que van a encontrar varios temas universales, aunque aglutinados por un invisible hilo conductor que Eva Braum maneja como una consumada marionetista, denotando una maestría inusual para distribuir equilibradamente todo el contenido.

La infidelidad, hechos milagrosos, manías obsesivas, la clásica ruptura de la relación de pareja, el suicidio… y otras sorpresas que me callo… La variedad está garantizada. El libro se lee de un tirón… Así de motivador e interesante es. No menos de diez de estos relatos alcanzan valores literarios superiores —pueden creerme porque soy imparcial hasta conmigo mismo—; el resto, no exentos de méritos, pueden considerarse, por el lector avezado, como un obsequio o un plus, hablando en términos comerciales. Alguno de los cuentos —no diré cuál— fue capaz de conmoverme y aseguro que es difícil conmover desde un relato a una persona de cincuenta y seis años: de los que lleva cincuenta y dos dentro de la categoría de «lector sicópata» … Tres o cuatro cuentos habitan en el libro de Eva que, sólo por el placer de leerlos, justifican la adquisición de «Mujeres de la A a la Z».

Por ejemplo —sólo me referiré a tres relatos sin delatar nada—, «Hortensia conversando con Hortensia» es exquisito: apreciamos el «fluir de la conciencia» narrado en primera persona: la banalidad y el atropello de la modernidad, pero con un acopio de recursos que demuestra en cuáles aguas Eva Braum nada con la serenidad de una atleta olímpica. «Roberta»: escrito en tercera persona. Es lo mejor que he leído con relación a las consecuencias del aislamiento que provocó la pandemia del COVID. En «Yamila» se acude a indagar en la moral tradicional para exponer códigos modernos.

4

En mi humilde opinión no todo es loable en este libro: Lo comprendo como un ejercicio necesario para empeños mayores. Ya mencioné que se evidencia el conocimiento de técnicas literarias y la aprehensión de las mismas. En especial notamos la voluntad de la autora de apropiarse de los códigos básicos del relato de suspense, pero consideramos que no se logra mantener la misma firmeza —o tensión— en todos los relatos y aunque esto puede ser común en un libro con tantas pequeñas historias, la autora deberá intentarlo en sus propuestas futuras. El libro se titula «Mujeres de la A a la Z» y el lector espera historias de mujeres que establezcan y reivindiquen los códigos de un sexo que está en disputa con otros códigos que lo denigran y minimizan. No es admisible entonces que en un par de relatos pueda intercambiarse, sin detrimento de la historia narrada, un personaje masculino por otro femenino. Para futuras ediciones habrá que cuidarse —creo yo— de los argentinismos. Este manojo de relatos no precisan del falso —o el verdadero— color localista y debe aspirar a todos los lectores posibles de la hispanidad. No están en juego los valores nacionales: se está apelando — y seguramente la autora lo pretende y pretenderá en sus próximas entregas— a valores universales.

5

Y ya vamos finalizando. En «Tamara» —narración digna de integrar una antología de los mejores relatos del idioma— hallamos una frase: «Cada sombra es una esperanza, cada luz una decepción». La frase responde con exactitud asombrosa al contexto en que se ha desarrollado la narración… Y también demuestra la resistente fibra literaria que confirma las calidades de su autora. A mí me viene de maravillas para concluir mis «Palabras» con una especie de combinación parafrástica: «Mujeres de la A a la Z» es probablemente un libro de muchas luces y algunas sombras, es verdad… De igual forma, diría José Martí —la pluma más poderosa del idioma español en el hemisferio occidental—: «El Sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz». A mí… Cuéntenme entre los agradecidos a Eva Braum por este hermoso libro, una especie de sol literario con rayos en forma de relatos.

BIO:  Alejandro Emilio Ramírez Ravelo nació en 1967 en Jobabo, Las Tunas. Cuba. Es Poeta y narrador como así también Ingeniero Mecánico. Recién en 2022, decidió dar a conocer parte de su obra, con la dicha de que a finales de este año obtuvo varios reconocimientos en certámenes literarios en Argentina. Entre ellos, el más destacado fue una Mención en género Poesía, dentro del contexto: II Concurso Internacional de Cuento y Poesía «Julio Cortázar», SADE, filial Lomas de Zamora, Buenos Aires, para su poema:  Del error sublime, que pudimos disfrutar líneas anteriores y Además el derecho a integrar la IV Antología de Poesía de Aliar Ediciones. España.

Periodismo Cultural

Figuras de alambre

Reseña literaria por Eva Braum del libro de la escritora Cecilia Mazza

En noviembre 2022, asistí al encuentro de escritores de Campo Santo, Salta. Allí recibí muchos ejemplares de regalo. En esos encuentros, los escritores solemos intercambiar libros para leernos, conocernos y aprender. En mi caso, además de ello, me gusta compartir breves reseñas en el blog. Quizás sean pocos quienes lean, quizás sean muchos, pero de seguro que, si alguien busca una sugerencia de un nuevo título para leer, aquí siempre encontrará novedades.

En esta oportunidad, seleccioné un poemario, dado que, en lo personal este tipo de literatura me sirve de parada técnica entre novelas o lecturas académicas. Es un respiro, nos permite hacer volar la imaginación, elongar las neuronas y cambiar el foco de la mirada. Recomiendo, el consumo de poemarios en forma asidua, lo considero un buen complejo vitamínico para lectores.

Su autora, Cecilia, pasa por lugares comunes y los convierte en poéticos. Todo lo contempla y lo transmite a lo largo de sus páginas transformándolo en especial. Donde hay algo sencillo, ínfimo la poetisa lo vuelve complejo y relevante.

Al avanzar en la lectura, reflexionamos, nos detenemos a la vera del camino, para observar el horizonte abandonado, la nostalgia nos guiña un ojo, pero el aire se llena de esperanzas para continuar andando.

No es azaroso el nombre del poemario: Figuras de alambre, nos remite a objetos con contornos, pero su interior está vacío, listo para ser atravesado por sentimientos, vivencias y pensamientos. Nada quedará estancado, todo fluirá por esas siluetas, como también por nosotros (lectores) quienes al abrir la tapa del libro nos preparamos para recibir la brisa fresca del poema.

Se trata de una edición rústica, con tapa texturizada, la cual nos invita a acariciarla, rozar con la yema de nuestros dedos la rugosidad. Sentir los desniveles, como se siente la cotidianeidad. En el lomo, cuatro puntadas en hilo azul nos muestran que la vida de todo depende de un hilo, de su fortaleza y lo bien amarrado que este se encuentre. A la vista sostiene unas cuantas hojas, en la abstracción sostiene una vida.

El libro, como objeto no solo habla por sus palabras, también lo hace por su composición, estructura y a través de los diferentes colores de algunas ilustraciones realizadas por la propia autora. Es una antología para vivenciar, para dejarse vaciar y transformarse en una figura de alambre a la que el tiempo atraviesa.

Cecilia Mazza es escritora residente de Pampa Blanca, Jujuy, República Argentina. Participa en Encuentros y Congresos de Escritores de la región. También es Miembro de SADE filial Salta y directora de Cultura de Pampa Blanca. Publicó: «Corazón de Escarcha», «Isaura» y «Saudade». Recibió importantes Premios por su obra poética. Para adquirir sus textos puede ser contactada por Facebook.